domingo, 21 de noviembre de 2010

El plato roto

Tenía mucho tiempo con la idea de escribir un blog, y la verdad es que no me atrevía... Internamente, me preguntaba: ¿Tendré madera para escribir un blog? ¿Alguien lo leerá? Pero al final me dije, escribe solo por el gusto de escribir lo que sientes y punto... si alguien lo lee y le gusta, ya será una ganancia. Así que esa es la historia, de cómo llegué aquí.

Hace algunos años, alguien me comentó la teoría del plato roto y cómo aplicaba a las relaciones. Al principio no entendía nada, pero es simple... Cuando en la vajilla tienes un plato, que se cae y se rompe, aunque lo pegues con pega loca o algo similar, siempre será un plato roto. Los pedacitos podrán juntarse de nuevo, y en algunos casos puede ser casi imperceptible a la vista de algunos, pero al tacto y a los ojos del dueño siempre se le verán las fisuras.

Si extrapolamos, el ejemplo a las relaciones humanas, una vez que la confianza se pierde, es muy difícil volverla a recuperar, no es algo imposible, pero si lleva mucho trabajo interno y mucha inteligencia emocional. ¿Pero por qué quebrantamos la confianza de aquellos a quienes más amamos, si de antemano sabemos que traerá consecuencias?

¿Miedo? ¿Curiosidad? ¿Reto personal? La verdad no lo sé, como siempre cada caso es diferente, así como son diferentes cada cabeza, cada pareja y cada familia.

Lo que sí sé, es que no hay confianza sin sinceridad y sin una buena comunicación. Cuando confiamos depositamos lo más preciado de cada uno en los otros, lo ponemos en su resguardo para que nos brinden seguridad. ¿Hay algo más etéreo y frágil que eso? Posiblemente no.

Lo cierto es que cada  vez que sintamos ese gusanillo de hacer, dejar de hacer o de omitir algo que puede quebrar la confianza de otro a quien queramos o amamos; hagamos un alto, y pensemos... ¿es esto lo que quiero? ¿podré recoger el plato roto y pegarlo de modo tal que se vea casi como nuevo?

Muchas veces el hecho de comunicarnos y hablar con el otro puede ser suficiente... Expresar lo que se siente y fijar posiciones de qué quiero y cómo nos gustaría mejorar tal o cual cosa. Mi madre siempre, me decía una cosa...."Prefiero mil veces que hables, grites o despotriques antes de que te calles las cosas, siempre sabré que esperar de ti". Hablar nos da mucho miedo a veces, por la reacción del otro, pero no podemos esperar que opinen, ni reaccionen como queremos, pero seguramente cuando hablamos con honestidad, aunque al principio no seamos entendidos, ese entendimiento llegará o simplemente nos expondrán los puntos de vistas contrarios para llegar a un medio conciliador y feliz para todos.

Cuando me divorcié muchos me criticaron por volver a CONFIAR, por exponer nuevamente mi corazón y correr el riesgo de estar nuevamente vulnerable ante alguien más. Hoy en día, no me arrepiento. Confío, amo y me reinvento, pues la confianza es un ejercicio diario como la paciencia, que se cultiva y se alimenta.

Se puede confiar, yo creo que sí, se puede pegar el plato roto, creo que sí... solo que nos costará un poco más reconstruirlo, pero de seguro la experiencia nos hará más fuertes y delicados, pues ya sabremos cuánto nos cuesta quebrantar la dichosa CONFIANZA.